Hace un tiempo vengo cargando con un malestar causado por un sabelotodo, al cual siento (aunque no me lea) querer dedicarle unas cuantas palabras. Una noche de huelga me encontraba con una corilla afuera de Café Borikén en Río Piedras (la casa del perreo riopiedrense). Un hombre que nos escuchó hablar se nos acerca para cuestionarnos sobre nuestra decisión de irnos a huelga. Demás está decir que comenzó un debate acalorado sobre la huelga, en donde nos llamaron hasta cobardes. Entre las cosas que dijo este agitador recuerdo cuando nos dijo de forma burlona: "ustedes son de esos que escuchan Anuel". En ese momento yo invalidé toda cosa que dijera esa persona.
No era la primera vez que alguien intentaba invalidarme por el género musical que escucho. Sin embargo, en el contexto que se dio ese comentario me molestó bastante la situación. Crecer siendo caco o yal en Puerto Rico no es cosa fácil. Constantemente se nos cancela cuando sale a relucir que nuestra música preferida es el reggaetón. No es de sorprendernos, ya que a través de la historia el reggaetón ha sido sumamente marginado. Incluso en nuestras casas es donde se da ese primer choque entre nuestros padres y madres y nosotras porque escuchamos esta música. Pero era la primera vez que alguien me invalidaba a mí o a mis compas de una discusión tan seria y responsable como es la lucha estudiantil, porque nos gusta Anuel, que supongo es el representativo del reggaetón para esta persona. El análisis en ese momento "se cae de la mata". Este tipo, sin considerar nuestro contexto como estudiantes en lucha, acababa de darnos un tapaboca paternal porque somos unos chamaquitos que nos gusta el perreo. No hubo un análisis profundo en su comentario. No se preguntó porqué esta generación (y probablemente la suya, porque no es un viejo) lucha por causas sociales mientras escucha perreo, romantiqueo o malianteo a diario. Para este hombre simplemente somos unos niños engreídos que no saben lo que hacen y que escuchan un género musical degradante para la sociedad (típico). Semanas después tengo algo para contestar a tan desacertado comentario. Me llamo Bryan Negrón Torres, soy egresado del Departamento de Ciencias Políticas en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. Soy seguidor del reggaetón desde antes que se llamara así esta música. Mami me regaló mi primer cassette de Vico C en el 1998 y papi me regaló muchísimos discos de reggaetón. Me crié con Titi María, que en mi infancia pensaba era Ivy Queen, que hasta el sol de hoy es una de las personas más reggaetoneras que conozco y que en el imaginario puertorriqueño blanco clasista es la personificación perfecta de una yal. Nací en unas parcelas y aunque hace mucho me mudé, la urbanización donde me crié es de clase pobre trabajadora. Mi pai fue un cocolo-rapero y mi mamá es una salsera de la mata; Tío Willo una vez "disjockió" para Vico C. Es evidente que la música popular puertorriqueña ha sido una constante en mi vida. De donde yo vengo, no se escucha Sabina, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Fito Páez, Soda Stereo o alguna banda de rock legendaria que son más comunes en los sectores privilegiados del país. Yo me crié entre líricas que cantan sobre las dinámicas de las calles en las que crecí, o en las que crecieron mami y papi. La música como elemento que desarrolla la cultura supone que esta tenga presente las múltiples realidades de la sociedad en la que se producen específicos ritmos. Parte fundamental en mi desarrollo sociocultural lo es el reggaetón. Me identifico con muchas de las canciones de este género pues me ha tocado vivir en distintos grados la temática que estas tocan. Suelo ubicarme en tiempos y espacios a través del reggaetón y a estas alturas demás está decir que esta música es parte de mi diario. Desde muy pequeño supe que iría a la Universidad. Al entrar a la UPR tuve un tiempo de pendejería donde trataba de encajar en unos espacios que me eran desconocidos y dónde renegué mi trasfondo reggaetonero. La estupidez me duró muy poco y en cuestión de na' estaba leyendo a Platón, Makiavelo, Lenin, Gramsci, Malcolm X, Zizek, estudiando de Política Latinoamericana, Historia Contemporánea de Estados Unidos, Relaciones Políticas entre Puerto Rico y Estados Unidos, Economía Política, etc., mientras escuchaba a Nova y Jory, Arcángel y De la Ghetto, Héctor el Father, Daddy Yankee, Don Omar, Wisin y Yandel, entre muchos más. Participé en la huelga del 2010 (ahora en la del 2017), participé en cuanta marcha y paro hubo, en grupos políticos, etc., mientras el soundtrack de todos mis días era de reggaetón. Aprendí sobre la lucha de clases, el racismo, los asuntos de género, el capitalismo y socialismo, mientras el reggaetón estuvo presente. En la actualidad estudio sobre el reggaetón en Puerto Rico y con seguridad puedo decir que a través de su estudio he aprendido más de raza, clase e identidad cultural que en muchas de mis clases universitarias. Como estudiante, la Universidad me ayudó a desarrollar el pensamiento crítico para ser capaz de analizar desde distintas perspectivas los diversos asuntos que nos competen como sociedad. En todo este tiempo nunca dejé de escuchar reggaetón, y como yo, conozco un sinnúmero de personas con distintas pero tan relevantes historias que así mismo lo hicieron. Muchas de ellas hoy día luchan por un mejor país desde distintos espacios. Me gustan los cacos y las yales porque son reales. Porque me siento en casa cada vez que comparto momentos e ideas con esta gente. Me gustan porque muchas veces nos encontramos en situaciones marginales similares y podemos ser empáticas unas con otros. Es por esto que con mucho orgullo digo (y por si el título universitario da más peso a esta afirmación) que soy politólogo y soy caco. Y probablemente estoy y estamos más claros que tú, que nos descartas porque escuchamos a Anuel.
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Bryan Negrón TorresCocinero, ex estudiante de maestría en Sociología en la Universidad de Puerto Rico que usa el reggaetón como foco principal para analizar la sociedad puertorriqueña. Archivos
Enero 2019
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